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El 3 de agosto, Alfio Sciacca pegó una nota escrita a mano en la puerta de su restaurante en Chicago, Amici. Decía, "Disculpas, pero a las 3:48 p. m. ya hemos vendido todo". Ahora, esta modesta tienda de comida para llevar tiene que cerrar temprano todos los días. Los clientes empiezan a formar una fila fuera de la tienda mucho antes de la hora de apertura del restaurante, al mediodía, con la esperanza de conseguir uno de sus productos exclusivos, las bolas de arroz rellenas y fritas llamadas arancini. Además de la versión tradicional siciliana rellena con ragú de carne, arvejas, y un bola de mozzarella derretida, Sciacca también crea arancini que reflejan la olla cultural de Chicago — algunas rellenas con pollo tikka masala, mole mexicano o doro wat etíope.
"Soy muy afortunado y amo lo que hago", dice Sciacca, 60, una mañana desde su pequeña cocina, donde ha estado formando bolas de arroz desde las 3 a. m. No siempre fue así. Luego de abrir el restaurante en 2023, trabajó solo y vendió como mucho 30 arancini por día por casi 10 meses. No sabía si iba a poder pagar la renta cada mes. El negocio estuvo tan cerca de quebrar que su hija, Surya, creó una página Go Fund Me. Luego Keith Lee vino a la ciudad.
Lee, un crítico gastronómico establecido en Las Vegas que se ha convertido en una estrella masiva en YouTube y TikTok, visita restaurantes por todo el país con su mujer, Ronni. Lee hizo una visita anónima a Amici y probó una variedad de arancini. Quedó tan impresionado con la forma tan original de cocinar de Sciacca y con la iniciativa de su acto de un solo hombre que volvió al restaurante, se presentó y le regaló al negocio $4000 — $1000 a modo de generosa propina y $3000 para pagar la comida de los comensales que lo siguieran hasta allí. Ellos vinieron y siguieron viniendo mucho tiempo después de que ese dinero se acabara. Los arancini fueron pronto muy demandados, así como también lo fue Sciacca — un veterano de muchas cocinas que nunca hubiera podido predecir su trayectoria de vida.
Nacido en Sicilia, Sciacca estudió para ser maestro y soñaba con tocar el trombón de jazz. Trabajaba como músico en París cuando conoció a su ex mujer, una estadounidense que le convenció para que la siguiera a Chicago. Estados Unidos fue una tierra de oportunidades para él — solo que no las que él estaba esperando.
"Cuando vine a este país no había mucho trabajo para un músico", recuerda Sciacca. "El jazz parecía estar muriendo en aquellos tiempos. Pero luego escuché de este hombre que estaba por abrir un restaurante en el centro".
Topo Gigio fue uno de los primeros restaurantes que transformaron una manzana de casas históricas y escaparates del barrio Old Town de Chicago en un distrito gastronómico y de ocio. Sciacca consiguió trabajo allí como bachero. A dos semanas de haber comenzado a trabajar allí, el dueño despidió al chef y le preguntó si él podía cocinar. Sciacca respondió, "Yo sé comer, pero no sé cocinar". Aparentemente, eso fue suficiente.
Luego de abrir el restaurante en 2023, trabajó solo y vendió como mucho 30 arancini por día por casi 10 meses. No sabía si iba a poder pagar la renta cada mes. Luego Keith Lee vino a la ciudad.
Sciacca aprendió a cocinar a través de llamadas nocturnas con su abuela en Sicilia. Probaba y refinaba las recetas con sus comensales y quería conocer su opinión, que era positiva. Luego de seis meses, recibió una reseña con comentarios positivos de un importante crítico en el Chicago Sun-Times, y su carrera estaba encaminada.
Una lesión que requirió cirugía oral hizo que sus días de tocar el trombón quedaran atrás, así que Sciacca aceptó con gusto su nueva vida como solicitado chef italiano. Trabajó en restaurantes en toda la ciudad y se fue a los suburbios para estar más cerca de la familia de su ex esposa. Pero cuando su matrimonio terminó y él supo que iba a tener que mantener a sus tres hijos, necesitó una fuente de ingresos estable y bien remunerada. Aceptó un trabajo como gerente culinario para una residencia comunitaria de adultos de la tercera edad. "Era un fastidio", recuerda. "Trabajar para el mundo corporativo fue una locura. No era para mí".
Después de 35 años en los Estados Unidos, Sciacca quería empezar su propio proyecto — algo pequeño y personal donde pudiera expresarse a través de un menú sencillo. Como paterfamilias de una familia bicultural y birracial, deseaba especialmente que su comida animara a los comensales a probar algo nuevo, a abrir sus paladares a los placeres de sabores desconocidos.
Cuando se le ocurrió la idea de centrar el menú en los arancini, "pensé en cómo podía crear un plato asequible pero que también fuera una introducción a una cultura diferente", dice. "Es una comida rápida y, como es sabido, cada cultura tiene su propio arroz".
Los sicilianos, por ejemplo, optarían por arroz con azafrán pero, ¿qué le impedía envolver el pollo jerk en arroz sazonado con pimienta de Jamaica y otros condimentos cálidos para contrarrestar el picante del relleno?
Sciacca abrió el restaurante en un local en forma de cuña situado entre dos calles en ángulo, en una zona de Chicago conocida por sus locales de música, bares gay y gran variedad de restaurantes internacionales económicos. "Era muy complicado lograr que la gente entre", recuerda. "Me estaba desanimando mucho".
Despidió a todo su personal y trabajó solo en el restaurante, corriendo de la cocina al mostrador de servicio cada vez que llegaba un pedido.
Surya, su hija menor, no sólo acudió a Go Fund Me para intentar mantener a flote el negocio de su padre, sino que se convirtió en la encargada de facto de sus redes sociales. "Creó una cuenta de TikTok y poco a poco las cosas empezaron a ir mejor", dice Sciacca. "También le mandaba mensajes y correos electrónicos a Keith Lee constantemente. Creo que estuvo molestándolo por un par de meses", recuerda con una risa. Lo que sea que haya hecho, atrajo a las masas hacia la creativa versión de Sciacca de un básico de la cocina siciliana.
El nombre "arancini" significa "pequeñas naranjas", y si por casualidad estás en la capital siciliana, Palermo, y ordenas una, verás porqué. Redondos, irregulares y de color dorado anaranjado, parecen la fruta más famosa de Sicilia. Sin embargo, si buscas arancini en la ciudad portuaria oriental de Catania, serán cónicos en lugar de redondos, estrechándose desde una base ancha hasta una parte superior más puntiaguda. Esta forma homenajea el paisaje cercano más famoso de Catania, el monte Etna.
Sciacca, orgulloso hijo de Catania, los hace cónicos, y tienen alrededor de cuatro pulgadas de alto. Uno cuesta $8 y viene con una guarnición de papas fritas, ensalada de pasta o ensalada de maíz y es el almuerzo más barato y lleno de ricos carbohidratos de la ciudad. Por supuesto que nadie puede frenar en un solo arancino. Quizás no puedan terminarse las papas, pero el placer de llevarse un pedido de Amici está en abrir la caja de comida y encontrarse con dos montañitas doradas de arroz, cada una con la bandera de papel que la identifica y una salsa para mojar personalizada.
Desde la visita de Lee, Sciacca contrató nuevo personal para poder atender a las multitudes. No solo tiene que llegar antes del amanecer cada mañana para cocinar, sino que además tiene que hacerse un tiempo para las entrevistas de televisión y otros compromisos que han llegado con su nueva fama. Para él, no es demasiado problema.
No hay ninguno que no guste. Si bien el arancino de pollo tikka masala con su salsa de curry nunca decepciona, nada le gana al original con su relleno de sabrosa carne y queso. Keith Lee dijo que sabe a lasagna, lo cual es una buena descripción.
Desde la visita de Lee, Sciacca contrató nuevo personal para poder atender a las multitudes. No solo tiene que llegar antes del amanecer cada mañana para cocinar, sino que además tiene que hacerse un tiempo para las entrevistas de televisión y otros compromisos que han llegado con su nueva fama. Para él, no es demasiado problema. Él le da crédito a su sistema de apoyo por ayudarlo a llegar a donde está ahora — sus tres hijas y su segunda esposa, con quien ha estado casado por 25 años. "Soy muy afortunado porque tengo una muy buena familia", dice con orgullo antes de terminar la conversación. Eran las 10 de la mañana, y tenía cientos de arancini que hacer antes del mediodía.