Cuando las pequeñas fresas de color rubí hacen su debut anual en el mercado de agricultores en la ciudad de Nueva York, sé que finalmente se acerca el verano. Por lo general, cuando llego a casa, ya desapareció media pinta. No requieren acompañamiento; son dulces y perfectas por sí mismas (y, sinceramente, demasiado costosas para usarlas para cocinar).
Sin embargo, las fresas grandes que vienen en recipientes de cuarto (o, a veces, incluso más grandes) en mi supermercado local son otra historia. Están disponibles durante todo el año y suelen estar en oferta, pero, en ocasiones, necesitan ayuda para alcanzar su máximo potencial. Con los años, he encontrado varias formas de sacar el máximo provecho de este fruto rojo, así sea bañándolo en chocolate, asándolo para agregar al helado o convirtiéndolo en leche de fresa. Sin importar la estación que sea, me recuerdan al verano.
A continuación, te presento seis formas de usar todo el recipiente:
Fresas en vino tinto
Cuando viví en Italia con una familia durante un semestre, mi madre sustituta agregaba el vino tinto que le había sobrado sobre fresas cortadas con un poco de azúcar y lo servía de postre. Para ella, era un gusto informal para una noche de la semana, pero yo lo serví en cenas durante años y siempre resultaba algo lujoso. Mientras preparas la cena, lava una libra de fresas y retírales el pedúnculo. Corta las grandes en cuartos y las pequeñas en mitades, espolvorea con unas dos cucharadas de azúcar (ajusta según el dulzor de las fresas), mezcla con cuidado y cubre con aproximadamente dos copas de un vino tinto seco, pero frutal, como un merlot. Deja reposar las fresas en el refrigerador durante la cena y sirve.
Fresas asadas con vinagre balsámico
Asar es una de las mejores formas de incrementar el dulzor de las fresas de primavera. Lava las fresas y retírales el pedúnculo; deja las pequeñas enteras y corta las más grandes a la mitad.
Coloca en una bandeja para hornear y mezcla con ¼ de taza de azúcar. Asa en el horno a 350 °F durante entre 30 y 40 minutos, moviendo o agitando suavemente la asadera un par de veces (las fresas azucaradas liberarán líquido y se formará un jarabe). Cuando las retires, deja enfriar durante unos minutos y, luego, agrega unas gotas de vinagre balsámico. Agrega más si lo deseas, pero un poco ya es suficiente, en particular, cuando las fresas aún están calientes. Sirve las fresas y el jarabe sobre helado de vainilla o sobre una porción de bizcocho.
Tarta de fresa semicasera
Los días en los que estés demasiado ocupado como para hornear, compra algunos buenos bizcochos hojaldrados en una panadería. Antes de comenzar a ocuparte de ellos, coloca un tazón en el congelador (se utilizará para hacer crema batida más adelante). Corta aproximadamente una libra de fresas en trozos del tamaño de un bocado y mézclalos con un chorrito de jugo de limón fresco y ¼ de taza de azúcar para que puedan comenzar a macerarse. Si las fresas no son dulces, no tengas miedo de agregar más azúcar. Reserva durante, al menos, 30 minutos y revuelve periódicamente.
Mientras tanto, retira el tazón del congelador y bate 1 taza de crema de leche con 1 cucharada de azúcar impalpable en una batidora eléctrica o a mano. Corta los bizcochos a la mitad y cubre primero con las fresas y sus jugos, luego con la crema y, por último, con la parte superior del bizcocho. Puedes agregar una cucharada de crema adicional encima si es que tienes.
Leche de fresa
La primera vez que vi esta delicia cremosa fue en Prune, un restaurante que era un clásico tradicional de East Village, y he hecho una versión de Smitten Kitchen durante muchos años. Es deliciosamente frutal y dulce, pero el suero de leche evita que sea empalagosa. Si bien es más deliciosa con las fresas de pleno verano, descubrí que también funciona con fresas de primavera. Retira el pedúnculo de media libra de fresas y córtalas en mitades; luego, mézclalas con ¼ de taza de azúcar. Deja macerar durante, al menos, una hora; ¡buscas jugos! Coloca en la licuadora (una batidora de mano también funciona) y licua hasta que la preparación esté suave. Agrega 1½ taza de leche entera y ½ taza de suero de leche. Vuelve a licuar (no hay problema si quedan las semillas, pero no deben quedar trozos de fruta visibles). Deja reposar en el refrigerador durante toda la noche para que los sabores se fusionen. Revuelve o licua nuevamente. Sirve en un vaso con una fresa en el borde. Las sobras se conservan bien durante uno o dos días en un recipiente hermético, en el refrigerador.
Fresas y verduras de hoja verde
Las fresas les aportan un dulzor agradable a las ensaladas de hoja verde. Córtalas en cuartos y agrégalas a un tazón de rúcula o espinaca picante. También debe tener un toque crujiente, así que agrega almendras tostadas fileteadas, pepitas o nueces picadas. Mezcla todo con un aderezo que tenga una parte de vinagre de vino, tres partes de aceite de oliva, sal, pimienta y la cantidad de chalote que desees. Agrega unas gotas de agua antes de revolver para ayudar a unir todo. Una vez condimentada, cubre la ensalada con trozos de queso de cabra y sirve.
Fresas bañadas en chocolate
El Día de San Valentín, las fresas bañadas en chocolate pueden parecer un poco cursi, pero cualquier otra noche del año, son un acogedor postre fácil de hacer. Lava 1 libra de fresas y sécalas bien con toallas de papel. Forra una bandeja para hornear con papel de repostería o papel encerado y reserva.
Calienta entre ½ pulgada y 1 pulgada de agua en una olla pequeña y, en su interior, coloca un tazón resistente al fuego con 8 onzas de trozos de chocolate semiamargo. Asegúrate de que el agua no hierva y de que el tazón no la toque, ya que, de lo contrario, el chocolate se puede quemar. Cuando los trozos de chocolate comiencen a derretirse, revuelve constantemente hasta que el chocolate esté suave. Retira del fuego y sumerge las fresas en el chocolate derretido. Coloca en la bandeja para hornear que preparaste y refrigera durante 20 minutos o hasta que el chocolate se endurezca. Se recomienda comer las fresas ese mismo día.
CRÉDITO FOTOGRÁFICO:
Fotografía: Paul Quitoriano
Estilismo de la comida: Lena Abraham
Diseño de utiliería: Gerri Williams
Dirección de arte: Sarah Ceniceros Gómez