Hacer del pan casero una parte habitual de tu repertorio para la cena puede parecer mítico, a menos que aún estés cuidando tu cultivo de masa madre de 2020. Si bien, tal vez, forme parte de la pequeña minoría que ha podido, por decirlo de alguna manera, mantener vivo el cultivo de masa madre durante los últimos cuatro años, usarlo para hornear sigue siendo un proyecto que solo reservo para los fines de semana tranquilos, que, lamentablemente, son pocos y cada tanto. Para todos los demás momentos en los que tengo antojo de comer algo calentito, los panes planos frescos de yogur se han convertido en un salvavidas. Solo requieren tres ingredientes, llevan muy poco tiempo de preparación y mejoran casi cualquier comida. Cuando los cubres con ensalada o algo untable, como pesto o hummus, y un huevo frito, se convierten en una comida en sí mismos. Los he usado como wraps o como base para pizzas rápidas.
Aunque odio volver a sacar el tema de 2020, también es el año en que descubrí los panes planos de yogur. Con pocas escapadas al mercado, como todos los demás, aprendí a valorar mucho mi despensa. Estos panes planos de yogur en capas de Deb Perelman de Smitten Kitchen aparecieron en mi feed justo cuando necesitaba inspiración. Su versión se enrolla y se estira para producir capas hojaldradas similares a las de los parathas indios y, aunque esas capas eran hermosas, yo estaba agotada y terminé omitiendo sus pasos adicionales. Desde entonces, no he mirado hacia atrás.
Aquí es donde empiezo y donde me desvío: mezcla 2 tazas de harina, 1 cucharadita de polvo de hornear y unas pizcas generosas de sal kosher en un tazón grande con 1 taza de yogur natural (griego o regular, entero o descremado) hasta que se forme una especie de masa grumosa. Coloca la masa sobre una superficie ligeramente enharinada y amásala durante unos minutos hasta que sea una bola prácticamente lisa. Vuelve a colocar la masa en el tazón, cubre con un plato o con un paño de cocina húmedo y déjala reposar. Deb dice que dejes reposar la masa durante 30 minutos, pero la he dejado apenas unos 15 minutos y he obtenido los mismos resultados.
A continuación es donde tomo el atajo. Corta la masa en 8 trozos, forma una especie de bola con cada uno, luego estira cada bola con un rodillo o con una botella de vino vacía si es que no tienes un rodillo a mano, hasta formar bollos de aproximadamente 6 pulgadas de diámetro. Calienta una sartén grande de hierro fundido, una plancha o una parrilla al aire libre a fuego medio. Pincela la superficie de cada bollo con aceite de oliva o mantequilla derretida y cocina la cantidad que quepa, con el lado aceitado hacia abajo, durante unos minutos hasta que la parte inferior esté bien dorada. Mientras se cocinan, pincela el otro lado de los bollos con aceite o mantequilla derretida para que todos estén listos y engrasados cuando los des vuelta. Da vuelta y cocínalos unos minutos más, hasta que el otro lado esté dorado y los panes se inflen ligeramente. Repite el proceso hasta que hayas cocinado todos.
Si bien la belleza de estos panes planos es su corta lista de ingredientes, el verdadero atractivo está en su versatilidad. Le he agregado hierbas frescas picadas, como romero y tomillo, queso parmesano rallado, mezclas de especias, como za’atar y provenzal, o incluso mucha pimienta negra molida al tazón de harina antes de mezclar la masa. Reemplaza hasta la mitad de la cantidad de harina común por harina integral para obtener panes planos más saludables (solo ten en cuenta que puedes necesitar un chorrito de agua para que la masa se incorpore) o cambia por una mezcla de harina común libre de gluten si es necesario.
Poder tener pan fresco en la mesa cada vez que tengas ganas es un regalo por el que estoy continuamente agradecida. Es la respuesta calentita a base de carbohidratos para convertir hasta la comida más básica en algo mucho mejor.
CRÉDITO DE LA FOTO:
Fotografía: Natassja Ebert
Estilismo culinario: Mary Rupp
Dirección de arte: Sarah Ceniceros Gómez
