Cocina

Seis formas de sacar el máximo provecho de un pollo rostizado

Un buen ave te salvará hasta en la semana más ajetreada.

9/4/2024
7 minutos de lectura
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Soy el tipo de cocinera a la que le gusta hacer todo desde cero: disfruto remojar los frijoles, hacer el caldo y armar dumplings. Dicho esto, hago una excepción con el pollo rostizado. Me encanta un buen pollo rostizado comprado en el mercado. Cuando estoy muy ocupada o la vida se complica, es la comida que me salva la semana (por si no lo sabías, ¡el USDA recomienda consumir pollo cocido tres o cuatro veces por semana!).

Durante el último año, he perfeccionado mi estrategia para abastecerme de un ave y utilizarla en su totalidad, y estoy aquí para impartir mi sabiduría. Paso 1: busca pollos rostizados de un buen mercado, que estén condimentados simplemente con sal y pimienta (aquí buscas calidad y versatilidad). Paso 2: usa todo lo que puedas. Así sea que vayas a agregar sustancia a un tazón de sopa o a preparar una excelente ensalada de pollo, aquí te presento seis formas de sacar el máximo provecho de un pollo rostizado. 

1. Cómelo caliente 

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Si bien las sobras son excelentes, el pollo rostizado es más delicioso cuando aún está caliente y tiene la piel firme. Prueba comprar uno después del trabajo para poder servir un poco en la cena. Deja que el resto del ave se enfríe antes de pasarlo a un recipiente hermético o a una bolsa grande con cierre y colocarlo en el refrigerador para consumir durante la semana.

Aquí no se requieren acompañamientos complicados; es mejor una gran ensalada de hojas verdes y un poco de pan con una linda corteza. Y, si sientes la necesidad de agregar una salsa para mojar, mezcla mayonesa con pasta de chile calabrés, chutney o pesto.   

2. Prepara una ensalada de pollo liviana

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Cuando la ensalada de pollo tiene una gran cantidad de mayonesa, con frecuencia, puede ser demasiado pesada para una comida de mediodía cuando necesitas regresar a tu escritorio. En su lugar, mezcla partes más o menos iguales de mayonesa y yogur griego en un tazón mediano, agrega un par de anchoas pisadas, un chorrito de jugo de limón fresco, un toque de aceite de oliva y bastante pimienta negra. Prueba y ajusta a partir de ahí; usa un poco de agua si lo necesitas para diluir la salsa. 

Como el pollo rostizado suele ser bastante salado, es posible que no necesites agregar mucha sal. Si quieres un poco de picante, agrega una cucharada de pasta de chile calabrés o pimiento rojo en hojuelas. Corta el pollo, retírale la piel y agrega los trozos directamente al tazón. A mí me gusta la combinación de carnes blanca y oscura, pero usa lo que prefieras. Mezcla bien para que todos los trozos de carne queden cubiertos con la salsa. Sirve sobre rebanadas de pan de masa madre tostado o sobre hojas de endivia. Si tienes a mano perejil, corta ligeramente un poco y espolvoréalo sobre la ensalada de pollo.

3. Cubre un tazón de sopa

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Independientemente de que tu sopa provenga de una lata, de una caja de la rotisería de la otra cuadra o de tu propio pollo (tal vez esta sopa de garbanzo y limón), los trozos que te sobraron del pollo rostizado, por lo general, la mejoran y transforman un tazón en un plato más sustancioso. Lo mismo sucede con la sopa de frijoles: asegúrate de quitarle la piel al pollo, córtalo en trozos del tamaño de un bocado y agrégalos a la olla a último momento (debes calentar la carne sin cocinarla en exceso).

4. Potencia una ensalada de hojas verdes

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El principio de la sopa que mencioné anteriormente también se aplica aquí: el pollo rostizado puede convertir la mayoría de las ensaladas en comidas. Prueba una con rúcula, trozos de aguacate, finas rebanadas de hinojo, pepitas tostadas para dar un toque crujiente, tomates uva en mitades y un poco de queso parmesano. Cubre con un aderezo de chalote y limón que consiste en tres partes de aceite de oliva, una parte de jugo de limón fresco y la cantidad de chalote picado, sal y pimienta que quieras. Agrega un chorrito de agua antes de mezclar el aderezo, que ayuda a que todo emulsione. 

5. Arma un gran sándwich de pollo 

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A veces, es lindo tener un poco más de carne en un sándwich (en particular, cuando no es temporada de tomates). Si tienes pollo esperando en el refrigerador desde hace uno o dos días, retírale la carne de la pechuga y deja que tome temperatura ambiente en el mesón mientras preparas el resto de los ingredientes de tu sándwich. Si tus sándwiches tienen el hábito de desarmarse, agrega una rebanada de aguacate para ayudar a que todo se mantenga en su lugar. 

6. Haz caldo de pollo

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Al final de la semana (o cuando te hayas comido toda la carne), agrega los huesos a una olla de agua fría junto con una zanahoria y una cebolla, ambas cortadas a la mitad y sin pelar. Lleva todo a hervor y luego baja el fuego inmediatamente. Nunca entendí muy bien el apio, pero si a ti te gusta, agrega uno o dos tallos ligeramente picados.

Agrega sal, pimienta y un poco de perejil si es que tienes a mano. Para lograr un caldo claro, asegúrate de retirar la suciedad que suba a la superficie. Hierve durante, al menos, dos horas y prueba. Si te gusta un caldo más fuerte, sigue hirviendo hasta lograr la intensidad deseada.  

CRÉDITO DE LA FOTO:

  • Fotografía: Paul Quitoriano

  • Estilismo de la comida: Lena Abraham

  • Diseño de utiliería: Gerri Williams

  • Dirección de arte: Sarah Ceniceros Gómez